Hidadelfo Gómez Álvarez (Frank), uno de los cinco fundadores del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) el 17 de noviembre de 1983, falleció en esta ciudad a causa de Covid-19, informaron sus familiares.
Dijeron que el exteniente insurgente de 57 años de edad murió la tarde de este sábado en la clínica Covid-19 instalada en el área conocida como La Albarrada, ubicada en el sur de San Cristóbal, después de permanecer internado 18 días.
Socorro, su compañera de vida, relató que Gómez Álvarez nació el 20 de diciembre de 1962 en la comunidad de Lázaro Cárdenas, municipio de Huitiupán, ubicado en el norte de la entidad.
Contó que a los 12 años de edad Frank salió de su localidad hacia San Cristóbal en busca de trabajo, y entre los 16 y 17 años comenzó a participar en actividades políticas, que lo llevaron a formar parte de las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), que dieron origen a la creación del EZLN.
Algunos de sus amigos recuerdan que fue el principal enlace para que los dirigentes de las FNL contactaran a la mayoría de los más importantes cuadros políticos zapatistas que se formaron en la década de los 80 del siglo pasado.
El 16 de noviembre de 2004 contó a esta corresponsalía cómo se fundó el EZLN en la selva Lacandona. “Los fundadores somos German, Elisa, Rodolfo, Javier y Frank”, estos últimos tres, indígenas. “Se hizo primero el trabajo previo de exploración durante un año, con gente de las comunidades” de la zona, ubicada en Ocosingo.
“De la cabecera de Ocosingo salimos el 15 por de noviembre por la noche en camiones de tres toneladas. Dormimos en Rómulo Calzada, a varios kilómetros de la montaña. El chofer se regresó. Nosotros cruzamos el río Jataté el 16 a las 6 horas y desayunamos en La Sultana, donde ya nos esperaba un contacto”, relató.
Abundó: “Luego, con la carga en caballos, caminamos despacio, uniformados color kaki y con pistolas y armas largas guardadas en costales. En el camino encontramos gente y cuando nos preguntaban quiénes éramos, les decíamos que de Pemex (Petróleos Mexicanos), que íbamos a explorar yacimientos en varias comunidades”.
Contó que todo el 16 caminaron atravesando comunidades de la selva Lacandona y ese día durmieron en los alrededores de la laguna Santa Elena. “Hasta ahí íbamos ocho personas porque tres indígenas choles que vivían por la cañada de San Quintín (Ocosingo) en la zona iban como guías”.
La noche del 16, continuó, durmieron entre Guadalupe y El Calvario y el 17, ya sólo los cinco fundadores, se internaron en la montaña para acampar. “La Garrapata se llamó el primer campamento donde fundamos el EZLN el 17 de noviembre de 1983. Tres días tardamos ahí para curarnos las ampollas y que bajara la hinchazón de los pies y para explorar la zona para llegar al río Negro, que era nuestra guía para adentrarse al corazón de la selva”.
Manifestó que sus alimentos eran enlatados, pozol, pinole y tostadas. “Las primeras noches no encendimos fuego para no llamar la atención. Llovía mucho. Algunos leían manuales de guerra y otros hacíamos picada (abrir brecha)”.
Dijo que después abandonaron La Garrapata y se movieron al río Negro, ubicado a un día de camino. Algunos se quedaron varias semanas en ese sitio y otros, los indígenas, principalmente, salieron a las comunidades a seguir organizando a la población, comprar provisiones y esperar la llegada de equipo. “Unos estaban enfocados en la formación militar y otros en lo político”.
En 1989, cuando ya se había formado el EZLN, Frank era uno de los dirigentes de la Alianza Campesina Independiente Emiliano Zapata (ACIEZ), brazo político del grupo rebelde, y en 1991 organizó un congreso en San Luis Potosí, donde nació la Alianza Nacional Campesina Independiente Emiliano Zapata (ANCIEZ).
Cuando en enero de 1994 estalló la guerra en Chiapas, él estaba en Oaxaca, haciendo trabajo político. Por diferencias internas, en 1997 abandonó las filas del EZLN.
“Entregó toda su juventud al movimiento. ¿Y de qué sirvió después?”, comentó su compañera, con quien años después instaló una cafetería en San Cristóbal, que se mantiene hasta la fecha.
Afirmó que el cuerpo de Gómez Alvarez, quien hablaba tzotzil, tzeltal y chol, fue incinerado este sábado en Tuxtla Gutiérrez y luego sus cenizas traídas al local en el que funciona la cafetería, a donde llegaron familiares y amigos para participar en rezos y ceremonias tradicionales.