Ignacio Verástegui Alfonso
26 febrero, 2024
“No hay cosa que haga más daño a una nación como el que la gente astuta pase por inteligente” – Francis Bacon
Verdades y mentiras acerca de los legisladores plurinominales
Una de las iniciativas que el presidente AMLO dio a conocer hace tres semanas, es la relacionada a la desaparición total de diputaciones y senadurías plurinominales. Sin embargo, sus dos antecesores proponían la reducción, no eliminación, de dichos cargos legislativos.
En la segunda semana de diciembre de 2009, el entonces presidente Felipe Calderón anunció una serie de iniciativas de reformas al sistema político y legislativo nacional que contemplaban la reducción en el número de diputados, de 500 a 400 y senadores, de 128 a 96 los integrantes; la reelección legislativa y la aplicación de una segunda vuelta para los comicios presidenciales.
En los primeros minutos del 30 de marzo del 2012, Enrique Peña Nieto anunció sus tres primeros compromisos de la campaña presidencial. Uno de ellos fue reducir de 500 a 400 el número de integrantes de la Cámara de Diputados, al eliminar a 100 legisladores de los llamados plurinominales. Ya durante la campaña, Peña Nieto también dijo compartir la idea de eliminar los 32 escaños de representación proporcional del Senado. Las iniciativas de Calderón y Peña se fueron directo a la congeladora.
Cabe recordar que los legisladores plurinominales es una figura que se introdujo en la Constitución con la apertura democrática de 1977 y permitió que la izquierda, en ese momento si existía, llegara al Congreso. Por ello se hace necesario, ante la iniciativa amloesca, detallar algunos de los falsos argumentos que manejan sus seguidores.
En una votación siempre habrá un partido vencedor, el que se lleva la mayoría de los votos, pero no es al cien por ciento con lo que ganan, es decir pueden obtener del total de votos digamos un 60%, sin embargo, tuvieron un 40% de votos en contra, que son los que representan la pluralidad política que tenemos en el país. Si desaparecen los plurinominales un 40% de ciudadanos votantes no tendrían representatividad ante el Congreso, y como acontecía en la dictablanda priista hasta el año 1996, un solo partido no tendrá voces discordantes.
Cuando un votante cruza el emblema del partido de su preferencia en un distrito, no solo vota por una candidatura de mayoría relativa, sino que al reverso de la boleta también vota por la lista de plurinominales de dicho partido. Lo mismo pasa cuando se opta por una fórmula de candidatos al Senado en cada entidad federativa: se respalda también la lista nacional del partido elegido. En 1997 el PRI tuvo el 38 por ciento de los votos a nivel nacional, pero como ganó en 55 por ciento de los distritos, sin plurinominales, conservó la mayoría para aprobar leyes a su entero gusto. Con Peña Nieto, el PRI ganó más de la mitad de los 300 distritos, los priistas habrían controlado por sí solos la Cámara de no haber existido los plurinominales, muchos de ellos que actualmente disfrutan de las mieles del poder en la administración federal.
Los plurinominales sirven, y en mucho, ya que posibilitan la separación de poderes, en este caso entre el Ejecutivo y el Legislativo, tal como fue prevista en la Constitución de 1917, pues se evita que el que gana, así sea por un voto, se lleve toda la representación y no haya contrapeso al Ejecutivo. En 1988, cuando no existía la figura de plurinominales, el PRI obtuvo el 49 por ciento del voto, pero se hizo de 60 senadores: el 94 por ciento y por ello hicieron y deshicieron a su antojo. En 2018 Morena obtuvo el 37.3 por ciento ganando en 220 distritos (73 por ciento) logrando la mayoría absoluta pero no calificada, situación que se repitió en las elecciones del 2021, en la que Morena y sus aliados obtuvieron el 42.8 por ciento de los votos emitidos para diputados. Con ese porcentaje alcanzaron el 55 por ciento de las curules. Sin plurinominales, habrían tenido la mayoría calificada de diputados para modificar la Constitución a su antojo. Sin duda se pueden reducir los legisladores plurinominales siempre y cuando se reduzcan en proporción los uninominales. El problema de los legisladores plurinominales es que obedecen a cuotas partidistas y no siempre son los más idóneos para la tarea en ambas cámaras. La Constitución cumplió este 5 de febrero 107 años de vigencia. Ha sido modificada 764 veces mediante la publicación de 252 decretos de reforma. AMLO es el Presidente que más la ha reformado. Este sexenio mandó al Congreso 23 reformas que modificaron 62 artículos.
El Síndrome de Hubris en algunos gobernantes del mundo
La palabra hubris o hybris, de origen griego, significa orgullo, presunción o arrogancia. El Síndrome de Hubris lo han padecido y lo padecen reyes, emperadores, gobernantes de toda índole, políticos, militares, grandes empresarios y directivos
El «Síndrome de Hubris» es un trastorno que se caracteriza por generar un ego desmedido, un enfoque personal exagerado, aparición de excentricidades y desprecio hacia las opiniones de los demás. Los psiquiatras han reconocido siempre los efectos mentales del poder. Entre los síntomas que puede producir el mal de Hubris destacan: Confianza exagerada en sí mismo, imprudencia e impulsividad; Sentimiento de superioridad sobre los demás; Desmedida preocupación por la imagen, lujos y excentricidades; El rival debe ser vencido a cualquier precio; La pérdida del mando o de la popularidad termina en la desolación, la rabia y el rencor; Desprecio por los consejos de quienes les rodean; y, alejamiento progresivo de la realidad.
El psiquiatra Alejandro Madrigal Zentella explica que, tras un tiempo en el poder, los afectados por el Hubris padecen lo que se llama desarrollo paranoide. “Todo el que se opone a él o a sus ideas son enemigos personales, que responden a envidias”.
Por su parte, el neurólogo David Owen, asegura que llega un momento en que quienes lideran dejan de escuchar, se vuelven imprudentes y toman decisiones por su cuenta, sin consultar, porque piensan que sus ideas son correctas. Por eso, aunque finalmente se demuestren erróneas, nunca reconocerán la equivocación y seguirán pensando en que hicieron bien las cosas.
Según Owen, las fases por las que pasan las personas que padecen el Síndrome de Hubris son: Dudas. Después de ser nombrados para ocupar un cargo, es habitual que no se encuentren totalmente seguros de sus movimientos. Que duden de sus decisiones. Es algo normal, ya que no han tenido ninguna experiencia similar anterior. Autoconfianza. Si las cosas empiezan a salir bien y sus decisiones han sido un éxito, empiezan a sentir que son muy buenos, que lo hacen todo muy bien y que son merecedores del cargo que ocupan. Incluso que éste empieza a quedarse pequeño para alguien tan valioso como él. Halagos. Han alcanzado el éxito y empiezan a acercársele un enjambre de oportunistas, arribistas y aduladores. Incluso, empiezan a parecer mucho más atractivos para el sexo opuesto. Los halagos de los aduladores refuerzan su ego y empieza a generarse una sensación de endiosamiento. Arrogancia. En esta fase, creen que son indispensables, no entienden cómo hasta ahora el gobierno, o la empresa, ha podido sobrevivir sin ellos y entienden que cualquier decisión suya es acertada por el simple hecho de que él la ha tomado. Muchas de estas decisiones sólo responden a meros caprichos o impulsos sin base racional. Soberbia. Es la fase de la ‘idealización megalomaníaca’. Se consideran infalibles, indispensables y creen que van a disfrutar de poder para siempre. Paranoia. “Todos los que me critican actúan movidos por la envidia”, piensan quienes padecen el Síndrome de Hubris. Este pensamiento les lleva a rechazar las críticas. Quienes las hacen pasan a ser considerados como enemigos personales. Caída en desgracia. En el caso de los políticos, se concreta en la derrota electoral, en el mundo de la empresa, en el despido. En cualquiera de los casos, no entienden por qué han sido desposeídos de sus cargos. En ocasiones, la nueva situación desemboca en un cuadro depresivo.
Ustedes, lectores de Acontecer, ¡Ya Sabrán a Quién le queda como chaqueta (sin albur) a la medida?
Ojalá y a los políticos que por primera vez participan en una elección de ganar no sean blancos de frases como: “a éste se le subieron los humos”, “se emborrachó con el poder”, “subió muy rápido y se cree una maravilla”, “antes era sencillo ahora es petulante”, y todo los que quiera agregar amable lector porque aquí en las tierras de Pakal a algunos, y algunas, se les pueden endilgar esos dichos.
De último
El Tribunal Electoral del Estado de Chiapas, por mayoría de votos, determinó modificar el acuerdo IEPC/CG-A/013/224, que estableció que los partidos políticos deben registrar una candidatura de mujer al cargo de presidenta municipal en uno de los cinco municipios más poblados del estado: Comitán, Ocosingo, San Cristóbal de Las Casas, Tapachula y Tuxtla Gutiérrez. La modificación es para que sean dos las mujeres que deban postular los partidos políticos en los mencionados municipios. Así que serán candidatas dos mujeres, medida que aplica para todos los partidos, en al menos dos de los cinco grandes centros poblacionales de Chiapas. A sacar su pañuelo los machines que creían que ya tenían en la bolsa la candidatura. En Palenque los varones deben sentirse aliviados pues no aplica esa regla.
Este fin de semana en redes sociales (FB y WhatsApp) circuló una lista, a todas luces falsa, con los presuntos nominados a las presidencias municipales; los nombres de los ya supuestos candidatos denotan la preocupación de ellos, o sus seguidores, que saben que otros les están comiendo el mandado. Si alguien está interesado en saber quién será el abanderado de algún partido en su municipio, de manera oficial se sabrá después del 25 de marzo, así que no se dejen llevar por los especuleros (o como se escriba).